miércoles, 25 de marzo de 2009

La era del deshielo





El calentamiento global, en mayor o menor medida, se hace
sentir en cada rincón del mundo y el sur argentino con sus
glaciares y nieves eternas, no es la excepción. El hielo retrocede
y deja tras de sí muchas incógnitas.
IMAGEN ©


En tiempos en los que el cambio climático está en boca de
todos y sus efectos negativos se hacen notar en las grandes
masas de hielo de los cinco continentes, Groenlandia
y ambos polos, bien valdría la pena preguntarse qué sucede
con los glaciares de la Patagonia. ¿Están en retroceso?
¿Qué factores entran en juego para que los enormes colosos
de hielo estén perdiendo su masa? ¿Es posible que
desaparezcan antes del próximo siglo?
Lo cierto es que la existencia de los glaciares es fundamental
para la vida, por varios motivos. Éstos constituyen
-junto con los acuíferos, lagos y ríos- una de las principales
reservas de agua dulce del planeta, recurso natural irremplazable
que comienza a escasear en diversos lugares. Son
los glaciares de alta montaña los que alimentan el caudal
de los ríos, permitiendo la generación de energía hidroeléctrica,
el riego y, por lo tanto, la agricultura y el desarrollo
de otras actividades económicas. A esto debería sumarse
el gran valor e interés turístico que han despertado
los glaciares, sobre todo, los que componen el Campo de
Hielo Sur en la provincia de Santa Cruz, con el glaciar Perito
Moreno como estrella principal. Ya en un tono más “científico”,
los glaciares forman parte de la criósfera (porción
de la Tierra cubierta de hielo y nieve), cuyo rol es fundamental
en la regulación del sistema climático global.
La nieve y el hielo tienen un alto grado de “albedo”, es
decir, reflejan la mayor parte de la radiación solar que
reciben. Algunas partes de la Antártida reflejan el 90 %
de la radiación solar, comparado con el promedio global
de tan sólo el 30 %. Sin la criósfera, el albedo global
sería mucho más bajo y la mayor parte de la energía
sería absorbida por la superficie terrestre en lugar de
ser reflejada y, en consecuencia, se produciría un aumento
de la temperatura.

Los Glaciares



“Los glaciares forman parte de
la criósfera (porción de la Tierra
cubierta de hielo y nieve), cuyo rol
es fundamental en la regulación del
sistema climático global”



En Argentina, pueden encontrarse glaciares a lo largo
de las altas cumbres de la Cordillera de los Andes, desde
Salta hasta Tierra del Fuego y en el Campo de Hielo
Sur, en la provincia de Santa Cruz. Otros países de América
Latina como Ecuador, Colombia, Venezuela, Perú,
Bolivia y Chile también poseen glaciares, algunos, en
estado muy avanzado de retroceso, como es el caso de
los hielos peruanos, que representan el 70 % de los glaciares
de zonas subtropicales del mundo y, que según
los expertos, podrían desaparecer antes de 2020.
Los glaciares -“toda masa de hielo perenne, formada
por acumulación de nieve”, según reza la definición
más básica- aumentan su volumen a través del apisonamiento
estrato por estrato de las precipitaciones
níveas, proceso llamado “diagénesis”. A su vez, los glaciares
también pierden parte de su masa por fusión de
hielo y desprendimiento de témpanos, cuya gran parte
de la ablación sucede sobre su superficie o en su frente.
A través del cálculo de la diferencia entre la acumulación
y la disminución de hielo, llamado “balance de
masa”, los expertos pueden saber si un glaciar avanza o
retrocede: si el balance de masa es negativo, el glaciar
perdió más hielo del que ganó y, si resulta positivo, el
glaciar acumuló más hielo del que perdió por fusión.
Asimismo, los glaciares poseen una “línea de equilibrio”,
la cual delimita la superficie de acumulación de
hielo. Mientras más baja sea esta línea, mayor será el
área de depósito de precipitaciones y viceversa.
Por último -y para no aburrir al lector con datos técnicos
que, por otro lado, ayudarán a la hora de comprender
el estado de situación de los glaciares de la Patagonia-,
diremos que éstos pueden clasificarse según su dinámica,
es decir, sean activos (se mueven rápidamente),
pasivos (fluyen lentamente) o inactivos (no presentan
movimiento). También pueden diferenciarse por su estado
físico: fríos (la temperatura del hielo es inferior a
0 °C en la zona de acumulación, por lo cual la ablación
es generalmente escasa, siendo uno de sus mayores
exponentes la Antártida) y temperados (la temperatura
del hielo es sólo unos grados inferior al punto de
fusión, por lo cual reaccionan relativamente rápido a
los cambios climáticos, siendo ejemplo de esta clase la
mayoría de los glaciares patagónicos.Qué dicen los expertos
Investigadores de Argentina y otros países se han
abocado al estudio, variación y comportamiento de
los glaciares en distintos puntos del país y han dado
cuenta de la disminución en el grosor de las paredes y
el retroceso que han sufrido los frentes de la mayoría
de estos colosos de hielo desde mediados de siglo anterior,
procesos que se han acelerado marcadamente
en los últimos veinte años. Sin embargo, otros cuerpos
de hielo no han perdido masa de manera considerable
-como es el caso del Spegazzini-, mientras que otro, el
afamado Perito Moreno, se encuentra en franco avance.
Para conocer y entender las causas de estos fenómenos
o, por lo menos, acercarnos lo más posible a
una explicación, vale la pena hacer un somero repaso
por las investigaciones realizadas en este campo.
En su artículo “Cambios Climáticos: Los glaciares de
la Patagonia”, Andrés Rivera, glaciólogo del Centro de
Estudios Científicos de Valdivia (Chile), sostiene que el
proceso de derretimiento de los glaciares en ambos
lados de la Patagonia se debe a los cambios climáticos
observados en la región, los cuales habrían provocado
“la reducción de las zonas de acumulación y por ende,
a una menor cantidad de nieve disponible para que se
transforme en hielo”. En coincidencia con esta apreciación,
Francisca Bown González, magister en Geografía
de la Universidad de Chile, quien tomó como caso de
estudio el retroceso del Glaciar Casa Pangue (uno de
los glaciares del Monte Tronador del lado chileno), afirma
que la línea de equilibrio del glaciar ascendió en
las últimas décadas en respuesta al calentamiento y la
reducción de las precipitaciones, “con lo cual disminuyó
el área de acumulación, de allí se entiende -explica
la geógrafa- que el glaciar haya experimentado en los
últimos años balances de masa negativos y, por lo tanto,
se produzca una aceleración del adelgazamiento,
retroceso y pérdida de superficie”.
En su artículo “El cambio climático y su impacto en
los glaciares patagónicos y fueguinos”, el argentino
Jorge Rabassa, glaciólogo de CADIC (Centro Austral
de Investigaciones Científicas), corrobora lo dicho anteriormente
por sus colegas trasandinos al manifestar
que “el aumento de la temperatura media anual,
y particularmente de las temperaturas de verano, ha
tenido un efecto sensible sobre la posición de la línea
de equilibrio, forzando su elevación en más de doscientos metros para los últimos veinte años,
lo cual ha provocado un retroceso general de la mayoría de los
glaciares patagónicos”. Para ejemplificar el impacto del
cambio climático en la región, Rabassa se apoya en lo
sucedido en un sector del Glaciar Casa Pangue. Según
el especialista, en la parte inferior del glaciar se habían
formado morenas en tránsito, en cuyos suelos crecía
“una réplica madura, bien desarrollada, casi exacta,
del ecosistema boscoso regional que corresponde a la
Selva Pluviosa Valdiviana, probablemente presente allí
desde hace más de dos siglos”. El investigador de CADIC
señala que “aquella comunidad boscosa afincada
sobre el glaciar se movía pendiente abajo acompañando
el movimiento del glaciar a lo largo de décadas y
velocidades muy pequeñas, hasta que en algún momento
de la década de 1990 desapareció, dado que la
rápida fusión del hielo del subsuelo se volvió inestable.
A consecuencia de ello, los árboles perdieron soporte,
colapsaron y murieron. Este deslumbrante ecosistema,
probablemente único en su tipo en el mundo, se
desvaneció como resultado de las fuertes tendencias
del calentamiento regional. Este fue quizás una de las
primeras víctimas del cambio climático global en esta
región”.

Hasta aquí, los expertos coinciden en que la regresión
de los glaciares es producto del cambio climático. Ahora
bien, el aumento de la temperatura y la disminución
en las precipitaciones registrado en la Patagonia, ¿se
debe a la evolución “natural” de la dinámica del sistema
climático o es un proceso causado por la emisión
de gases de efecto invernadero de origen antrópico?
En este punto, podría decirse, no existe un consenso
absoluto dentro la comunidad científica acerca de
los factores que inciden en el calentamiento global.
Para algunos, son necesarios estudios más exhaustivos
para determinar la incidencia del factor humano
en la evolución del clima, mientras que para otros,
la responsabilidad del hombre en este proceso es
innegable. Dentro del primer grupo, podríamos citar
a Ricardo Villalba, director del Instituto Argentino
de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales
(IANIGLA), para quien “es muy probable que la disminución
de las precipitaciones y el aumento de la
temperatura en el norte de la Patagonia sea una respuesta
al calentamiento global.Sin embargo, el sistema
climático se caracteriza por su variabilidad y por
lo tanto parte de las tendencias climáticas observadas
en el norte de la Patagonia tienen también origen en
la variabilidad natural del clima”. Dentro del segundo
grupo, se encuentra el geólogo Jorge Rabassa, investigador
de CADIC, que sostiene que “la evolución del
clima en la Patagonia está indudablemente ligada al
cambio climático global pues se ha comportado en sintonía
con los variaciones que se verifican en todo el
planeta”. En esta misma línea se encuentran los expertos
que componen en IPPC (Panel Intergubernamental
para el Cambio Climático) -con un Nobel de la Paz
bajo el brazo-, quienes manifiestan en el Informe de
Síntesis 2007 que el calentamiento del sistema climático
es causado por las altas concentraciones de gases
de efecto invernadero resultantes de la combustión de
energías fósiles, “tal como lo prueba el aumento de la
“No existe un consenso absoluto
dentro la comunidad científica
acerca de los factores que inciden
en el calentamiento global”
temperatura promedio del aire y de los océanos, el incremento
del promedio del nivel del mar y el deshielo
generalizado de la nieve y los glaciares”.
Con o sin la mano del hombre de por medio, el clima
cambia y no existe una única explicación a este fenómeno.
Algo similar sucede con el comportamiento del
glaciar Perito Moreno, el único del Campo de Hielo Sur
que se encuentra en franco avance. Jorge Rabassa advierte
que existen tres teorías que intentan echar luz
sobre este fenómeno, aunque ninguna resulta concluyente:
“El glaciar Perito Moreno avanzaría porque


a)Mucho tiempo atrás habría ocurrido un cambio en las
corrientes de hielo internas del glaciar, que habría derivado
un volumen de hielo mayor que el que recibía
anteriormente;


b) Se encontraría ubicado en un sector
cordillerano surcado por fallas regionales en las cuales
se producen sismos, cuyos movimientos producirían
avances que no comportan una periodicidad explícita;
c) Mostraría la influencia del fenómeno El Niño en esta
región austral”.


Con respecto a este último punto, Rabassa
sugiere que “es difícil creer que sólo un glaciar
muestre avances de su frente, mientras que los demás
se comportan de otra manera”.
Investigaciones del IPCC, a nivel internacional, y del
IANIGLA, a nivel nacional, estiman que la tendencia
del cambio climático se mantendría a lo largo del siglo
XXI. Con este panorama de por medio, los glaciares
continuarán desapareciendo poco a poco. Ahora, ¿qué
verdad resulta más incómoda? ¿Pensar que el cambio
climático se debe únicamente a los caprichos de
la madre naturaleza y que nada podemos hacer? ¿O
que realmente las actividades del ser humano causan
un impacto en la atmósfera que, con voluntad de por
medio, podría evitarse?


“Los expertos coinciden en que la
regresión de los glaciares es producto
del cambio climático "






“No existe un consenso absoluto
dentro la comunidad científica
acerca de los factores que inciden
en el calentamiento global”



Negocios fríos
No sólo el calentamiento climático pone en
peligro a los glaciares. El retroceso de los
hielos ha dejado al descubierto extensas
áreas en estado virgen que han despertado
el interés de grandes corporaciones por
explorar (y explotar) sus recursos naturales.
El caso más representativo es Groenlandia,
donde -para la fortuna de unos pocos- se
han encontrado importantes yacimientos
de oro, diamantes, rubíes y otros minerales,
provocando una avalancha de pedidos
de exploración en distintos puntos de la isla.
Otro ejemplo más cercano es Pascua Lama,
proyecto minero enclavado en la frontera
entre Argentina y Chile, a la altura de las
provincias de San Juan y Huasco, respectivamente,
cuya explotación promueve la
empresa de capitales canadienses Barrick
Negocios frIos
Gold Company. Se estima que la región en
cuestión contiene una reserva de oro, plata
y cobre que superaría los 300 millones
de toneladas. El conflicto en el mega proyecto
minero binacional sobrevino cuando,
en una primera etapa, la compañía
propuso “remover y relocalizar” los glaciares
Toro 1, Toro 2 y Esperanza (del lado
chileno) dada su pretensión de efectuar
excavaciones y remoción de suelo donde
se encuentran los cuerpos de hielo. Si bien
la presión ejercida por la opinión pública y
ambientalistas logró frenar el descabellado
pedido de traslado de los glaciares, su
permanencia y conservación a largo plazo
quedará a merced de la magnitud del impacto
que tenga la actividad minera en la
región.